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"Como decía Goethe: Envejecer es retirarse progresivamente del mundo de las apariencias."

  • Foto del escritor: Sunny
    Sunny
  • 7 jul 2024
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 17 jul 2024

El proceso de envejecimiento, aunque muchas veces visto con temor, es en realidad una etapa de la vida cargada de significados profundos y reveladores. A medida que avanzamos en edad, nos encontramos retirándonos progresivamente del mundo de las apariencias. Este retiro no es un acto de resignación, sino una transición natural hacia una existencia más auténtica y consciente.

Cuando somos jóvenes, nuestra identidad y nuestro sentido de pertenencia están a menudo fuertemente ligados a las apariencias externas: la moda, las redes sociales, la validación de los demás, entre otros. Estas apariencias pueden llegar a ser una especie de prisión que limita nuestra verdadera expresión y comprensión de nosotros mismos. Sin embargo, con el paso del tiempo, esta dependencia de lo superficial se va desvaneciendo.

El envejecimiento nos brinda la oportunidad de ver más allá de las máscaras que usamos y que los demás usan. Nos volvemos más conscientes de lo efímero de las apariencias y de la importancia de lo esencial, lo verdadero. Esta conciencia no surge de un día para otro, sino que se va desarrollando con cada experiencia vivida, con cada momento de introspección y con cada desafío superado.

Cuanto más vivimos, más conciencia adquirimos

La vida es una maestra formidable. Cada año que pasa, cada etapa que cruzamos, nos deja lecciones valiosas. Las alegrías y las tristezas, los éxitos y los fracasos, todas estas experiencias nos ayudan a adquirir una conciencia más profunda de nosotros mismos y del mundo que nos rodea. La conciencia no es solo un cúmulo de conocimientos, sino una comprensión más profunda de la realidad, una conexión más íntima con nuestra esencia y con el universo.

A medida que acumulamos experiencias, comenzamos a ver patrones, a entender las motivaciones detrás de nuestras acciones y las de los demás. Nos volvemos más empáticos, más comprensivos y menos críticos. Esta expansión de la conciencia nos permite vivir de manera más plena y auténtica, liberándonos de las ataduras de las apariencias y las expectativas externas.

Cuanta más conciencia adquirimos, más libertad obtenemos

La conciencia es una llave que abre las puertas de la libertad. Cuando somos conscientes, somos capaces de tomar decisiones informadas y auténticas, basadas en nuestro verdadero ser y no en lo que otros esperan de nosotros. La libertad que nos brinda la conciencia no es solo la libertad de hacer lo que queramos, sino la libertad de ser quienes realmente somos.

Ser consciente significa reconocer nuestras limitaciones y nuestras fortalezas, aceptar nuestras sombras y nuestras luces. Es un viaje hacia la autoaceptación y la autoexpresión. Y en este viaje, encontramos una libertad que no se puede comprar ni vender: la libertad de vivir en armonía con nuestro ser interior.

En resumen, envejecer nos aleja del mundo de las apariencias y nos acerca a una vida más consciente y libre. Es un proceso que nos invita a dejar atrás lo superficial y a abrazar lo esencial. La conciencia nos hace libres porque nos permite vivir de manera auténtica, nos libera de las cadenas de las expectativas externas y nos conecta con nuestra verdadera esencia. En la medida en que envejecemos y adquirimos más conciencia, encontramos la verdadera libertad que reside en ser nosotros mismos.


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