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Sexo sin corazón.

  • Foto del escritor: Sunny
    Sunny
  • 12 ago
  • 4 Min. de lectura

Por qué perdió su verdadero valor y cómo podemos recuperarlo...


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Hubo un tiempo en el que el sexo era mucho más que un contacto físico rápido. Era una expresión de amor, conexión y respeto mutuo. Hoy está disponible en todas partes, y precisamente por eso, su verdadero valor se ha visto erosionado…


¡ALTO! ¡NO! ESTA NO ES LA VERDADERA HISTORIA…

Quizá sea momento de reescribir nuestra historia. Pero empecemos por el principio…


Algunas claves históricas

La sexualidad, a lo largo de la historia, ha sido compleja y pocas veces se limitó al acto de amor romántico.

  • Orden familiar antes que vínculo afectivo. En muchas culturas, el sexo tenía como fin principal la procreación, y el matrimonio respondía a fines económicos o políticos.

  • El amor romántico como excepción histórica. Casarse por amor se popularizó de forma masiva recién en el siglo XIX.

  • El matrimonio como contrato patriarcal. La unión matrimonial garantizaba herencia y linaje; muchas veces las mujeres eran vistas como posesión o medio para la descendencia.

  • Sexualidad más allá de la reproducción. Incluso en tiempos prehistóricos, la conducta sexual cumplía funciones sociales, ya que no había una época específica de celo y la actividad sexual se daba muchas veces sin intención reproductiva.

  • El sexo como herramienta de poder y control. Religiones y normas sociales regularon la sexualidad durante siglos para mantener el orden.

  • Modernización y liberación. La revolución sexual de los años 60 y 70 trajo un nuevo valor a la sexualidad como fuente de placer, amor y expresión individual.

La historia nos muestra que separar sexo y amor no es un fenómeno exclusivo de hoy, sino el resultado de un largo proceso cultural. Y, al mismo tiempo, nos recuerda que esta visión puede transformarse.

El verdadero amor: una nueva mirada a la pareja y la sexualidad

Es necesario un cambio profundo. Las relaciones, a lo largo de la historia, pocas veces fueron espacios seguros donde ambas partes pudieran mostrarse plenamente, sin miedo a la traición o a la desigualdad.Con demasiada frecuencia reflejaron estructuras de poder basadas en necesidades desiguales y dinámicas ocultas.

Para que la sexualidad deje de ser un juego de poder o un escape y vuelva a ser una expresión consciente y amorosa de conexión real, hombres y mujeres necesitan sentir que sus necesidades son vistas, escuchadas y respetadas.


Este cambio requiere pensar y actuar de forma sistémica: la sexualidad y las relaciones están inmersas en redes familiares, sociales y culturales que modelan nuestras creencias y comportamientos. Viejos patrones —de dominación, sumisión o miedo a la intimidad— siguen vivos y se repiten generación tras generación.

Por eso, no basta con el despertar individual: es necesario reconocer y transformar estas dinámicas colectivas.

Solo así podremos crear una nueva cultura de la intimidad, en la que crezcan no solo el amor y el deseo, sino también la confianza, el respeto y la igualdad. Una sociedad en la que las personas se encuentren de verdad, no como actores de un guion preescrito, sino como seres libres y vulnerables.

Es hora de reescribir nuestra historia. No desde una visión romántica de un pasado “perfecto”, sino con una mirada valiente hacia lo que podemos construir: un vínculo con la sexualidad que una corazón y mente, cuerpo y alma.


Invitación a la sanación colectiva y a un nuevo comienzo

Estamos en un momento de transición. La manera en que amamos, deseamos y convivimos necesita más que ajustes: requiere una renovación profunda.Y no solo entre dos personas, sino en todo el entramado familiar, social y cultural.

Sanar es mirar las raíces. Muchos de nuestros patrones no nacen de elecciones libres, sino de viejas heridas, traumas familiares y creencias colectivas. Repetimos lo que se vivió antes que nosotros, incluso cuando nos hace daño. Reconocerlo es el primer paso para liberarnos.

Más allá de los viejos roles. Durante siglos, los estereotipos de género y las relaciones de poder impidieron que todas las personas fueran realmente vistas. Hoy enfrentamos otro extremo: la confusión y la falta de referentes. La solución no está en un extremo ni en otro, sino en una nueva armonía, donde cada quien pueda ser auténtico.

Contra la desconexión. La tecnología nos conecta a gran velocidad, pero no necesariamente nos acerca. La intimidad real necesita tiempo, presencia y un espacio sin filtros. El ruido constante de la hiperconectividad nos hace olvidar que el encuentro profundo requiere silencio y lentitud.

El amor no es un producto. Cuando la sexualidad se convierte en mercancía, olvidamos su verdadera fuerza: conexión, vitalidad y unión. Necesitamos nuevos referentes que no se basen en consumo, sino en conciencia y respeto.

El camino empieza en uno mismo. Sin amor propio y sin disposición a mirar nuestras sombras, toda relación se convierte en una lucha por aque

llo que no sabemos darnos. La verdadera relación consciente nace desde la plenitud interior.

Incluyente y diversa. La nueva cultura del amor no excluye a nadie: importa la autenticidad y el respeto, no el modelo de relación ni la orientación sexual.

Nuevas formas de convivir. Familias elegidas, relaciones abiertas o monogamia consciente: no hay una única forma correcta. Lo esencial es que esté basada en la sinceridad, la libertad y la atención mutua.

En conexión con algo mayor. El amor consciente es parte de un movimiento más grande: un regreso a la naturaleza, a la espiritualidad y al sentido profundo de pertenencia.

La invitación está abierta. Este cambio requiere coraje, honestidad y la capacidad de sentir el dolor que evitamos por tanto tiempo. Pero trae de vuelta algo que muchos creían perdido: la confianza en que la verdadera conexión es posible. Podemos abrir juntos una nueva era de personas conscientes y amorosas.Solo necesitamos decidirlo… y dar el primer paso.


By Sandra Climent aka Sunny

 
 
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